sábado, 8 de diciembre de 2012

El perdón

la primera condición para hallar el perdón consiste en reconocer que hemos fallado. Claro, no basta con reconocerlo, también hay que confesarlo y pedir misericordia. Haber si recordamos la parábola que contó Jesús de los dos hombres que fueron al templo a orar. Uno, el fariseo, dijo: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros». El otro, un cobrador de impuestos, sin siquiera levantar su vista, en cambio oró así: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!» ( Luc. 18:9-14). ¿Cuál de los dos fue perdonado? El cobrador de impuestos. Cuando en tus oraciones le hables al Rey, no te esfuerces en disculpar tus faltas. Reconoce tu culpa y, en el nombre de Cristo, tu Abogado, pide perdón. Tu Padre celestial que es «un Dios tierno y compasivo» (Neh.9:17), se deleitará no solo en perdonarte, sino también en concederte su ayuda para que no caigas de nuevo.

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